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seeds of hope

millas de esperanza

“Eso es lo que estamos buscando, que nos ayuden, porque a uno de campesino bastantes cosas nos hacen falta” – Juan Escobar, agricultor

CHOLUTECA, Honduras - Juan Escobar ha sido afortunado con su siembra demaíz. Este año, el maíz ha crecido rápidamente, estámás alto que él, y va dejando caer pequeñas flores en su cabel- lomientras camina entre las filas de sumilpa. Pero la temporada de lluvia está llegando a su fin, y comienza la partemás difícil del año para los agricultores en el Corredor Seco de Hondu- ras, cuando cesen las fuertes lluvias y se asienten los meses de sequía que aún está por llegar. Escobar y su esposa Juana, que criaron a 10 hi- jas en su remota comunidad de Siete de Mayo, no tienen medios confiables para almacenar la gran cantidad de agua que cae durante la tem- porada de lluvia para su uso durante el resto del año. La imprevisibilidad pone en riesgo tanto a sus cultivos como a su familia. “¿Cómo vamos a recoger agua? No tenemos agua, porque aquí esa es la escasez, el agua”, dice Escobar, sentado en una silla de plástico al borde de su milpa. “Ya de enero para allá un po- quito nos dan de beber. Nosotros bebemos agua potable. Eso es bien costosa. Tenemos que ir a comprar agua donde tienen pozos de malacate para poder bañarnos”. Pero la próxima estación seca será diferente. Con la ayuda de un nuevo proyecto en la región,

Escobar construyó un sistema de recolección de agua que le permitirá acopiar agua de lluvia e irrigar sus cultivos. Un proyecto conocido como ACS – PROSA- SUR, un acrónimo que significa “Alianza para el Corredor Seco – Promoviendo la seguridad alimentaria en el sur”, está proporcionando a Escobar las herramientas para recolectar agua y el conocimiento para mantener el sistema durante las estaciones lluviosas y secas. El sistema canalizará el agua de lluvia desde su techo a través de una tubería dentro de una bolsa grande con un filtro, llamado geomembrana. Una vez colectada el agua, Escobar podrá bombearla a un tanque elevado y, de allí, el agua fluirá hacia

sus campos y proporcionará riego por goteo. Para Escobar, la idea de irrigar su tierra es novedosa, al igual que el sistema de compostaje que el proyecto le ayudó a construir a partir de botes de basura de plástico que le permiten fertilizar sus cultivos. Pero como granjero de toda la vida que conoce las dificultades del sue- lo y el clima, estaba preparado para darles una oportunidad a estas nuevas prácticas. “Sabía que era lo que iban a hacer, pero hasta ahora nunca lo hemos hecho aquí”, dice, esti- rando su mano hacia la casa donde ha vivido durante más de 40 años. “Si Dios quiere, todo saldrá bien. En la cosecha de maíz, siempre nos va bien. Pero ahora con la colecta de agua,

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